Voluntariado: Asociación de Vecinos "El Tajo"

Durante mi primer año dentro del grado de Magisterio de Educación Primaria, tuve una asignatura que llevaba el nombre de Sociología de la Educación. En ella, una de las tareas que el profesor nos encomendó, fue la hacer un voluntariado por grupos. Fue entonces cuando hablé con Gemma Ruiz Azaña, la que había sido mi profesora de Geografía e Historia del Arte durante el último año de mi andadura por bachillerato. Hablé con ella porque además de su labor como docente, era la coordinadora de la Asociación de Vecinos "El Tajo", que tiene su sede en el barrio de Santa María de Benquerencia, el barrio de mis compañeros y el mío; así que nos vino de lujo tenerlo tan cerca. 

Algunas de las tareas que hicimos fue el reparto del periódico mensual "Vecinos" por las viviendas del barrio, el reparto por centros educativos de folletos informativos acerca de actividades que iban a tener lugar próximamente... Además organizamos un mercadillo solidario de libros con motivo del Día del Libro del 23 de abril, donde la gente donaba novelas que ya no quería y las vendíamos, según su número de páginas, a 1, 2 o 3 euros. El dinero recaudado serviría para organizar actividades del Grupo de Juventud de la Asociación.



Pero la actividad que realmente me enamoró fue el colaborar en la organización de la Feria de la Ciencia. Una de las actividades que se realizaron fue la de las SinSombrero del Juanelo, proyecto del que ya he hablado en este blog. No obstante, tuvieron lugar diferentes escenarios y talleres para que los vecinos de todas las edades pudieran disfrutar de tres jornadas llenas de ciencia. Entre ellas recibieron una charla acerca de los dispositivos tecnológicos que permitían facilitar la vida a las personas invidentes (tiflotecnología), pudieron acceder a microscopios y artefactos científicos con los que vieron diferentes muestras... Cabe decir que es una feria que viene organizando la Asociación desde hace seis años, abierta a todos los centros educativos del barrio e incluso a la universidad y otros colectivos que operan en el barrio. Allí se puede observar el trabajo y soporte de alumnos y alumna, profesores y profesoras y familias. Y así fue como a nuestro profesor de sociología le gustó nuestro trabajado, puesto que lo que buscaba era exactamente esto: un núcleo de conexión entre las universidades y la comunidad; una unión entre educación y sociedad.



Cuando el curso terminó, hubo algo que me hizo quedarme. Nunca se me olvidará ese día. Entré en el edificio de la Asociación para hablar con Gemma y agradecerle el habernos dejado hacer el voluntariado allí, y vi bastantes personas reunidas, otras trabajando... todos preocupados por su barrio, buscando soluciones a diferentes problemas, organizando planes relacionados con la vivienda social, la juventud del barrio, los más mayores, educación, medioambiente... Y todo ello sin cobrar nada. Lo hacían por mero altruismo.

Y entonces Gemma me explicó que ese era el objetivo con el que había nacido la Asociación de Vecinos "El Tajo", pero para ello hay que entender su nacimiento. En el año 1974, el barrio de el Polígono, hoy Santa María de Benquerencia, era un polígono de descongestión de Madrid, un barrio obrero de gente que trabajaban principalmente en una de las multinacionales establecidas aquí: Stándar Eléctrica y otras pocas empresas alojadas en la zona industrial. Un grupo de hombres y una mujer, Licinia García Díez, se reunían de manera clandestina, porque aún estaban bajo la dictadura de Franco, en sus viviendas. Su objetivo era la demanda de servicios públicos necesarios (apertura de tiendas, centros de salud, escuelas...) porque no había nada, y la población iba creciendo. El ver la ilusión en los ojos de esas personas por mejorar su barrio, por preocuparse por dar a sus vecinos y descendientes un bienestar social... me llenó de ganas por colaborar. Así que en febrero me uní como socio. Además se empezó a formar un grupo de jóvenes para organizar actividades y talleres para los vecinos. Y lo logramos: nacieron un taller de lectura para adultos y para los más pequeños (dirigido e impartido por una compañera y por mí), además de un taller de teatro que ha tenido muy buena acogida y que ya se anuncia para continuar durante el curso venidero.



En este año actual (2020), me uní al equipo de la ejecutiva de la asociación en representación del grupo joven. No obstante, fueron un par de reuniones presenciales a las que pude asistir, debido a la crisis del COVID-19. Pero hemos seguido comunicándonos gracias a las TIC, no hemos cerrado nuestras puertas. Es más, llamamos uno por uno a todos los socios de nuestro barrio para saber de ellos y sus necesidades e informarles de la iniciativa de una campaña solidaria en la cual buscábamos comprar mascarillas, guantes, lejía y otros elementos protectores e higiénicos para donarlos a las residencias de mayores y otros centros con necesidades sociales específicas. La campaña ha sido un éxito, y nuestros vecinos también se han implicado mucho en esta recogida de dinero con fines solidarios. Por tanto, la asociación sigue activa durante la pandemia producida por el coronavirus.

La Asociación de Vecinos "El Tajo" es además una asociación reivindicativa. Esto quedó demostrado en la comparsa de carnaval del año actual, en la que salimos disfrazados de coches para protestar por los atascos que van a ocasionar los difíciles accesos que va a tener el nuevo hospital de la ciudad alojado en nuestro barrio.



Lo que la asociación me ha aportado como persona son muchas cosas, pero sobretodo el poder valorar actos de humanidad, de compartir, de tener una motivación intrínseca que me impulse a hacer cosas por el simple hecho de querer hacerlo como disfrute personal, e incluso valorar más la importancia de tener un espíritu crítico. El llegar los viernes por las tardes al taller de lectura con el grupo de los niños me ha hecho asegurarme al cien por cien que mi vocación como maestro sigue ahí. Han sido muchas las tardes que he compartido con ellos, no solo enseñándoles y compartiendo lecturas juntos, sino que también he compartido muchas tardes con gente de la asociación, participando en reuniones, dando mi punto de vista como persona joven, enseñándoles nuevos métodos de promoción y administración...


En definitiva, creo que lo que me ha hecho redactar estas líneas ha sido el sentimiento de querer seguir aprendiendo de los mayores, esos mayores que comenzaron un proyecto de bienestar social y que poco a poco, si todos colaboramos con nuestro pequeño granito de arena, conseguiremos algo muy grande en términos sociales. Así pues, seguiremos trabajando, vengan vendavales o tiempos duros, porque la unión hace la fuerza.

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